"Fue básico en la creación del mundo. Tal vez por eso es el color más querido. Al mirarlo en el cielo o en el mar, uno diría que tiene la altura de los colosos. Desconoce los prejuicios, a pesar de conservar en su mirada la historia de la humanidad.

En sus brazos, se acunan los dioses.

Respira con dificultad si se encuentra en un espacio cerrado, pero se ensancha, multiplicándose hasta el infinito, cuando sale a cielo abierto. Le cuesta guardar secretos: no está hecho para las confidencias, sino para la verdad desnuda y libre. Nada desprecia tanto como la infidelidad.

Tan buen currículum, sin embargo, no debe excusar sus defectos: a veces, es demasiado frío en el trato con otros colores. Su actitud suele ser distante, en especial con su color complementario, el Rojo, con quien guarda una relación que no pasa de cordial y que elude las intimidades cuando se cruzan en la portada de un libro, en un cuadro, en una bandera o en el delirio de una moda fugaz.

Resulta paradójico que su voz sea triste, pero así es. Él, que a cada instante celebra la vida, también se compadece de ella. Y lo hace con voz de hombre derrotado que no tiene ya nada que perder. No fue algo premeditado: una noche surgió de la garganta de un esclavo negro -agrietada, herida, astillada- y se popularizó en cientos de voces y en miles de canciones construídas con dos o tres acordes y un puñado de frases desnudas. Años después, los nietos de esos hombres pudieron decir con orgullo: 
- Esto es blues -.

Reivindica como propios los nocturnos de Chopin, la voz de Nick Drake y dos o tres discos de Miles Davis. También los versos de W.H. Auden y Rubén Darío. Ha inspirado a un sinfín de películas, pero si le obligan a elegir, siempre escoge Azul, de Kieslowski.

Su frase más conocida: - Yo mismo soy todos los horizontes -. "


Temática: Diseño Gráfico
Por: Otto & Olaf y Nacho Martí
Editorial: Index Book
Año: 2008

Texto por Felipe Cano
-felipe@otto-olaf.com-



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